miércoles, 24 de febrero de 2010

El Gatito Que Podía Hablar.


Érase una vez un gatito que tenia la piel como un tigrillo. El era una gatito muy hablador. El podía hablar, y quería saber como hablar con los humanos, tenía miedo que se sorprendieran o se asustaran y le hagan daño. Un día subió a un árbol y vio por la ventana de una casa a un gatito jugando con su amo y se puso triste porque no tenía amo porque él vivía en la calle.

Cierto día que estaba paseando por un parque, vio muchos perros que jugaban también con sus amos, y se puso un poco triste también, pero la tristeza se le fue cuando los perros comenzaron a perseguirle, el gatito corrió rápido y se subió a un árbol. Desde allí le comenzó a preguntar a los perros como hacer para hablar con los humanos, los perros no quisieron responder a su pregunta, tan sólo le gritaban ¡te vamos a atrapar! Pero vinieron sus amos y se llevaron a los perros, el gatito se escondió para que los humanos no lo vieran. Entonces el gatito bajó del árbol saltando y cuando cayó al suelo lo rodearon unos perros callejeros que le dijeron ¡ahora te vamos a comer!, pero justo en ese momento vino el señor de la perrera y los atrapó a todos con una red como de pescar. Los perros cuando se vieron atrapados tenían la mirada fija y no hablaban más. El gatito en cambio comenzó a pedir ayuda, ¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Suéltenme! Y fue entonces cuando el señor de la perrera lo miró con interés, el gatito pensó ¡Uy para que hable! Y el hombre lo tomó por el lomo y lo levantó y le dijo: contigo voy a hacer dinero. Y lo llevó a él a una tienda de mascotas, donde lo vendió y se quedó.

Al otro día un niño pasó y lo vio por el mostrador. Se quedó enamorado del gatito, le gustaba su piel de tigrillo. Pero el gatito vio que el vendedor quería vendérselo a un precio muy alto y el pensó, seguro es porque puedo hablar.

Entonces el niño se fue y trajo más dinero, pero el vendedor le dijo que aún era insuficiente, el gatito pensó que era porque como podía hablar seguro valía muchísimo dinero, entonces decidió ya no hablar nunca más. Así fue que pasaron los días y el vendedor venía a hablarle al gatito todos los días, pero el gatito se quedaba mudo. Un día el niño regresó con su papá y el vendedor le ofreció un precio menor.

El papá del niño compró al gatito y el niño lo llevó a su casa. El gatito pensó ahora soy feliz y pensó que ya podía hablar. Entonces le quería decir al niño que lo quería mucho y solo pudo decir: Miau Miau.

Autor: Sebastian Jarok (8 años)

Fin


Foto tomada de acá:

http://deggatos.blogspot.com/2009/01/gato-tigrillo.html

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